Intervención de Lázaro Tamez en la XCVII Asamblea Plenaria 2014 de la CEM

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EVANGELIZACIÓN DE LA CULTURA
29 de abril, 2014

Primera Unidad: V E R
Evangelizar la Cultura: Implicaciones y Retos Pastorales
Tema: Contextos culturales
Visión de un empresario

Por: Ing. José Lázaro Tamez Guerra
Presidente de Confederación USEM

Eminentísimos Señores Cardenales;
Excelentísimos Señores obispos;
Su Excelencia Monseñor Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México.
Estimados todos.

Es para mi un honor y una oportunidad estar con ustedes con motivo de su XCVII ASAMBLEA PLENARIA. Un honor por tener enfrente una concurrencia tan distinguida. Y una oportunidad, porque puedo exponer ante ustedes algo de mi experiencia como empresario, ahora en el marco de la Exhortación Evangelii Gaudium, del Papa Francisco, documento verdaderamente rico en su contenido, en su visión y en su lenguaje, por sus orientaciones y sentido de esperanza ante este cambio de época. Mi reflexión la haré desde mi experiencia como empresario y dirigente de organismos empresariales en los que he participado. Pero también hablaré como laico, pecador estándar. Un laico que ha querido vivir los valores del Evangelio en la empresa.

Dado lo breve del tiempo para esta intervención me centraré en las tres preguntas que nos pidieron comentar.

1. Criterios de vida más acentuados en el contexto donde vivo y desarrollo mi actividad y los cambios culturales que advierto. Temores e ilusiones ante esta realidad

a. Crisis generalizada

En la actualidad se percibe un estado de desorientación general en todos los ámbitos de la vida social y de su actividad, incluyendo el económico, el cultural, el político, el campo de la familia, y de manera especial menciono el campo moral o de la ética, que ha quedado excluido de la vida social, para ser confinado a vivirse sólo en lo privado. Desde mi particular punto de vista, esta desorientación se presenta en forma de crisis generalizada, que requiere de una atención adecuada. La principal preocupación en esta crisis de valores es que afecta a la persona y a la sociedad en general, debido a que se pierde la percepción del valor intrínseco, indispensable para la vida en sociedad. Esta situación se ha descrito como un estado de crisis en valores, sólo que, según yo, habría que ver si ésta crisis proviene de una falta en sí de valores adecuados, o si es ella un síntoma de causas más profundas, que habría que identificar para poder abordarlas.

b. Visión fragmentada de la realidad

Esta crisis generalizada no requiere de un diagnóstico profundo para reconocer que todos los ámbitos de la actividad social no son más que aspectos de una misma realidad interconectada, que no tiene fronteras reales entre ellos. Nos damos cuenta que esta realidad no puede ser separada en partes, de forma arbitraria, para distinguir los diferentes ámbitos de actividad en la vida social. La realidad es una, y las ciencias nos ayudan a entenderla, pero no han faltado posturas ideologizadas que quieren insistir en una visión fragmentada. Considero que es importante preguntarnos cómo estamos entendiendo y desde qué referentes estamos construyendo nuestra lectura de la realidad. Como nos dice el Papa Francisco, “necesitamos crecer en la interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la verdad” (Cfr. Evangelii Gaudium 40).

Ciertamente hay situaciones que están muy mal, como la inseguridad, el secuestro, la pobreza y la exclusión, desempleo o empleos no dignos ni bien remunerados, crisis de la vida familiar, etc., etc.
No falta quienes afirman vehementemente, y con razón, que no podemos seguir así. Pero muchas veces los mueve (o nos mueve) la inmediatez y el pragmatismo, la fragmentación, el abuso de la técnica, la soberbia intelectual, el ansia de control, la auto-referencialidad, etc., situaciones que nos llevan a múltiples y continuos errores, más que a un análisis sereno de la realidad que implica abrirse a un horizonte mayor, de escucha y de comprensión.

Nos está haciendo falta un auténtico discernimiento evangélico de los signos de los tiempos, una reflexión ordenada y compartida que nos permita entender con cierta claridad nuestra compleja realidad y, sobre todo, dar pasos firmes para su transformación. “El discernimiento, la reflexión, implican una disposición espiritual. Un querer ubicarse más allá de uno mismo para entenderse en un todo, que no sólo nos desafía, sino principalmente nos ilumina.”

Creo que, además, nos están haciendo falta referentes de interpretación y de lectura sobre la realidad compleja de hoy, y la dificultad nos viene en buena medida del hecho de que los acontecimientos son tantos y tan veloces que la intención de conocimiento se ve desbordada continuamente por la rapidez de las interacciones propias de procesos extremadamente diversos (económicos, sociales, políticos, ideológicos, religiosos, culturales, etc.).

c. Impacto por la diferencia generacional en la vida del trabajo

Este cambio de época, con sus grandes avances tecnológicos y la velocidad con los que se dan, nos dejan ver que, en un mismo lugar de trabajo están impactando al mismo tiempo, por lo menos cuatro generaciones diferentes, en un rango de más de cuarenta años entre sí. Y una quinta que ya viene en camino. Fenómeno éste que vivimos por primera ves en la historia. Es decir, siempre han coexistido diversas generaciones en un mismo lugar de trabajo, pero nunca se habían dado tan radicales diferencias de objetivos, de principios y valores de cada generación que manifiestan conflictos de fondo que afectan el ambiente laboral.

Según algunos datos, el 85% de los profesionales (que en su mayoría son los dirigentes de empresa) se relaciona en su entorno laboral con al menos cinco generaciones distintas. Estas generaciones que hoy conviven en el mundo del trabajo tienen una diferencia máxima de 51 años (Cfr. Manpower, 2010).

Ya hay quienes han tipificado estas cinco generaciones:

– Los «Tradicionalistas», personas mayores de 63 años, nacidos entre 1928 y 1946, representan en México el 6% de la Población Económicamente Activa (PEA) . El 45% de los profesionales convive con alguien perteneciente a esta generación . Son características propias: la dedicación; el sacrificio; respeto; la consolidación del contacto; actitud responsable, y su relación con la empresa es más bien de sacrificio.

– Los llamados “Baby boomers”, nacidos entre 1946 y 1964. Son llamados también los Work-aholic; buscan estatus; desean permanecer jóvenes; son leales; luchan por obtener una calidad de vida. Las personas de esta generación buscan sobrevivir. Conciben el liderazgo sobre la base del consenso; por lo regular tienen una actitud optimista; están enfocados en su trabajo. Con respecto a la autoridad hay una relación de Amor/Odio; buscan en la empresa sobre todo la gratificación personal; y no les cuesta trabajar en equipo.

– Los de la “Generación X”, nacidos entre 1964 y 1979. Sus características: son móviles; impacientes; self-branding, flexibles; con amplia Variedad en sus estilos de vida y de trabajo. Conciben el liderazgo como competencia; la autoridad no les impresiona; son escépticos; tienen una actitud balanceada en el trabajo; poco dispuestos al compromiso; buscan una vida personal más bien individualista; son auto-independientes.

– Y los llamados “Net Generation”, o “Generación Y”, nacidos entre 1980 y1995. Se caracterizan por su esfuerzo de Colaboración; con amplio afán de Entretenimiento; de “Libertad”; movidos por el cambio y la innovación; con amplio uso de herramientas digitales; están en un constante cuestionamiento. Son colaboradores; entienden el liderazgo en un proceso de participación y conciliación; se mueven en la lógica del Ganar-Ganar; quieren encontrarle sentido a su vida; se mueven en el ámbito de las redes sociales.

– Por último, la “Generación Z” o “Generación Verde”, los nacidos a partir de 1997. Aún no se tienen muy claras sus características, pero ya están en el mundo de trabajo.

Cada una de estas generaciones de trabajadores que crecieron y se desarrollaron en contextos significativamente distintos, viven con valores y prioridades marcadamente diferentes, entienden el trabajo de manera distinta, con actitudes diferentes ante la autoridad, y ante su responsabilidad laboral. Por ejemplo, los “Tradicionalistas” suelen entender las jerarquías en la empresa como una fuente natural de liderazgo, mientras que la “Generación X” tiende a reaccionar con desinterés ante la autoridad, identificando el liderazgo como función de la competencia. Por el contrario, los “Net gens” o “Generación Y”, presentan una actitud de cortesía ante la autoridad y entienden el liderazgo como una actividad colectiva.

Pues todo esto nos está representando nuevos y enormes retos en la vida laboral, en la empresa y en la búsqueda de modelos de desarrollo económicos que respondan en este cambio de época con sentido y respeto a la dignidad de la persona.

d. Rol de la Mujer

Para nosotros es un reto enorme el papel de la mujer en el mundo del trabajo. Un dato Estadístico de llamar la atención: de cada 10 hogares, 2.3 hogares son sustentados por la mujer. Cada vez hay más niños que viven sin una madre de tiempo completo. Además de que también crece el número de mujeres que ya no quieren tener hijos, que prefieren una vida sin hijos, pues siempre está la pregunta: ¿Y para qué traer hijos a sufrir en esta vida?

El Papa Juan Pablo II, en su legado Magisterial, nos dejó, a propósito de la mujer, estas palabras:

“Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del «misterio», a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.”

Hoy, en USEM, nos cuestionamos las condiciones de vida y de trabajo de la mujer, y buscamos esquemas que respondan a esta nueva realidad, donde se ve muchas veces violentada su dignidad y trastocada su familia.

e. Creación/destrucción del “Capital Social”

Refiriéndome ahora al terreno específico de la empresa y la economía, creo importante destacar que no le toca a la empresa resolver todos los problemas de la realidad, pero sí le corresponde contribuir a su solución. Como señaló el Papa Francisco en Evangelii Gaudium No. 203: “La vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida; esto le permite servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo”. El asunto es que no todo empresario tiene claro esta vocación.

Desde nuestro ámbito natural (la empresa) alcanzamos toda la realidad, aunque no en toda su extensión, porque ella es toda una, en la que estamos incluidos nosotros y nuestra acción como empresarios. Observamos entonces, diferentes fenómenos de esta realidad, y podemos así identificar la forma en la que acontece. A algunos empresarios nos preocupa realmente el problema de la seguridad pública, del proceso de disolución de la familia, y la consecuente desaparición o el trastoque de los valores, que son transmisibles exclusivamente por ella. Vemos problemas referentes al tejido social, y a la cohesión de la sociedad, sin dejar de lado los obstáculos para el desarrollo integral de las personas, de su educación, y a lo que podemos clasificar de endémico, como es el problema de la pobreza estructural, y a su pariente cercano: la desigualdad o inequidad, esperando que este problema sea resuelto por otro agente en la sociedad, como la política.

Este momento histórico que vivimos, denominado principalmente por el Magisterio Latinoamericano como un Cambio de Época , nos convoca a todos los actores y sectores de la sociedad a consolidar, en un fecundo diálogo, valores como: la comunión, la solidaridad, la confianza y por supuesto la responsabilidad social, y en nuestro caso, la responsabilidad social empresarial.

Es decir, considero que estamos llamados a consolidar el “Capital Social”. Por capital social entiendo el conjunto de relaciones sociales significativas, de confianza y colaboración que dan sentido a nuestra actividad. O, como nos dice el Papa Emérito Benedicto XVI: Capital social es el “conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil” .

Hoy por hoy, los valores que están normando las relaciones comerciales y de mercado son justamente los propios del “Capital Social”, como la confianza y la colaboración.

El Santo Padre Francisco nos ha llamado, reciente e incisivamente, a salir de una dinámica de autorreferencialidad. No es suficiente dominar los propios ambientes, con todo lo que ello implica, sino que ahora debemos buscar entender el contexto global de ellos, y participar con el “poder del servicio” en la construcción del “Capital Social” para lograr una mejor civilización, más humana, más justa, más fraterna.

2. ¿Hay lugar para Dios?

Se nos ha hecho una segunda pregunta: En este contexto, ¿hay lugar para Dios? Mi respuesta inmediata es: por supuesto que sí.

Pero debo decir también que la pregunta tiene cierta jiribilla, pues desde mi experiencia en USEM he aprendido que Dios está presente en nuestra historia, y en nuestra vida. El problema es que no siempre lo reconocemos, no caemos en la cuenta de su presencia salvífica en nuestra historia, en nuestra realidad. Y creo que es en este sentido que se nos ha hecho la pregunta de si hay lugar para Dios.

Creo además que la respuesta la podemos encontrar en aquellas palabras del Papa Benedicto XVI en su discurso inaugural en Aparecida, ante la V CELAM: “Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de «realidad» y, en consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas”.

Este ha sido nuestro problema y es ahora nuestro reto: ¿Cómo lograremos ver la presencia de Dios en nuestras vidas ante una sociedad fuertemente secularizada? O en palabras del Papa Francisco en Evangelii Gaudium n° 2: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.”

3. Algunas Sugerencias

Ante los retos que he señalado y el llamado del Papa Francisco de salir al mundo con la Alegría del Evangelio, me permito hacer algunas sugerencias.

a. ¿Qué hacer ante la crisis anteriormente mencionada?

− Primero: Serenidad. Pero serenidad implica un ejercicio serio de reflexión.
Entre las muchas obras del gran filósofo inglés Chesterton, hay una que tituló: “Lo que está mal en el mundo es que no nos preguntamos por lo que está bien”. Y señala que: “El problema de las Ciencias Sociales modernas es que buscan resolver los problemas mirando datos. Pero las estadísticas no producen remedios a los males sociales.” Creo que los solos análisis o diagnósticos de la realidad se quedan en la técnica. Y esto no es suficiente.

En esta misma obra Chesterton insistirá que “Los tiempos problemáticos requieren «hombres imprácticos»”. Con esta afirmación Chesterton se estaba refiriendo a los sacerdotes, a los filósofos, a pensadores en pos del sentido. Y es esto algo de lo que creo nos está haciendo mucha falta. Nos está haciendo falta pensadores agudos que ayuden al discernimiento de los signos de los tiempos.

El Documento de Aparecida, en el n° 492, nos dice que: “Una tarea de gran importancia es la formación de pensadores y personas que estén en los niveles de decisión. Para eso, debemos emplear esfuerzo y creatividad en la evangelización de empresarios, políticos y formadores de opinión, el mundo del trabajo, dirigentes sindicales, cooperativos y comunitarios”.

Creo que como generación humana estamos dejando atrás aquella imagen de que el malo de la historia es el empresario.

Entonces, en tiempos de crisis: reflexionar con serenidad y seriedad en un auténtico ejercicio de discernimiento evangélico de los signos de los tiempos.

− Segundo: fomentar la vocación laical, el crhistifideles laici con sentido de comunión

Creo importante buscar, en un esfuerzo común, cómo los empresarios podamos despejar las dudas sobre nuestras responsabilidades. Y del lado de la Jerarquía, despejar perjuicios respecto al actuar de los laicos empresarios.

Muchos empresarios somos cristianos que queremos vivir los valores del Evangelio en nuestro quehacer cotidiano. Y queremos hacer vida las palabras del Concilio Vaticano II, en su decreto “Ad gentes divinitus” n° 21, que a la letra dice:

“La Iglesia no está verdaderamente fundada, ni vive plenamente, ni es un signo perfecto de Cristo entre los hombres, mientras no exista y trabaje con la Jerarquía un laicado propiamente dicho. Porque el Evangelio no puede quedar profundamente gravado en las mentes, la vida y el trabajo de un pueblo, sin la presencia activa de los laicos. Por ello, ya desde la fundación de la Iglesia se ha de atender sobre todo a la constitución de un laicado cristiano maduro…”.

Gracias a Dios, creo que ya superamos aquella definición negativa del laico fiel a Cristo, pues ya no se nos dice que somos los “no sacerdotes”, o los que no tenemos vocación. Somos laicos no por no haber tenido «vocación», sino porque Dios quiso, desde toda la eternidad, llamarnos a la existencia como laicos, y por ello vivimos en el mundo sin ser del mundo, como testigos de Cristo.

Con esto, lo que quiero decir también es que los laicos necesitamos al sacerdote para vivir la misericordia de Dios en este mundo, en esta historia que nos ha tocado vivir. Muchos esperamos un sacerdote confiable, con intensa vida, que nos ayude a comprender nuestra propia realidad personal y social. Necesitamos sacerdotes alegres y con esperanza. Un sacerdote así siempre dirá que la vida vale la pena vivirla.

Sé de algunos sacerdotes que nos han ofrecido testimonio de una vida totalmente entregada y de servicio; me he topado con teólogos capaces de ayudarnos a profundizar en la enseñanza de la Iglesia; se de algunos testigos de fe y de esperanza sometidos al martirio por confesar su credo… También se de sacerdotes que ante la pequeñez de la naturaleza humana se han sentido tentados por el desaliento. En fin, necesitamos sacerdotes testigos de la misericordia de Dios.

Pero también puedo decir con plena libertad que ustedes sacerdotes nos necesitan para vivir su ministerio.

Al decir que hay una diferencia esencial y no sólo en grado entre el sacerdote y el laico, entiendo que no se trata de una forma superior de perfección, como si el convertirse en sacerdote fuera convertirse en un cristiano superior, de élite. Y no es así. Los santos nos han enseñado que efectivamente hay ciertos grados de perfección de vida cristiana, y a estos grados de perfección se les llama santidad. La santidad es esa dimensión en la que se puede hablar de grados de perfección. Y, ¿saben?, en esta carrera a la santidad no hay límites, todos estamos llamados a la santidad.

Por eso creo que hay que fomentar la vocación laical en el marco del misterio de la Iglesia comunión. Nos necesitamos mutuamente para vivir nuestra vocación en plenitud.

− Tercero: Fomentar la responsabilidad social empresarial

El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, n° 16, nos dice que “El primero de los grandes desafíos, que la humanidad enfrenta hoy, es el de la verdad misma del ser-hombre. El límite y la relación entre naturaleza, técnica y moral son cuestiones que interpelan fuertemente nuestra responsabilidad personal y colectiva. Un segundo desafío es el que presenta la comprensión y la gestión del pluralismo y de las diferencias en todos los ámbitos: de pensamiento, de opción moral, de cultura, de adhesión religiosa, de filosofía del desarrollo humano y social”.

¿Qué acompañamiento nos puedan ofrecer nuestros pastores para un proceso de revaloración de la persona en el ámbito del trabajo ante este cambio de época?

Para nosotros empresarios es claro que tenemos la grave responsabilidad de reconocer a todo ser humano como persona, con igual dignidad al interior de nuestras empresas. Pero la complejidad de la realidad no siempre nos permite ver con claridad y algunas decisiones que tomamos afectan a mucha gente. Por ello creo que, en un diálogo fecundo, pastores y empresarios podemos ir fomentando una responsabilidad social empresarial que vaya más allá de una estrategia de mercado o del simple cumplimiento de la ley.

− Cuarto: Construir “Capital Social”

En este cambio de época debemos reconocer que parte del problema general de la crisis es el gran déficit de capital social. Esto es quizá una de las causas que actúan en la complejidad del síndrome en el que vivimos hoy.

No hay una única definición de “Capital Social”. En USEM entendemos al capital social como el conjunto de normas y valores compartidos en una comunidad, que permite la interacción entre sus miembros para su beneficio, mediante la confianza general que facilita hacer buenas relaciones dentro de un sistema. Esto favorece la participación transparente de los miembros de una sociedad y la disposición general a colaborar en fines y proyectos comunes.

Como elementos clave del capital social tenemos la confianza y lo que la refuerza: la transparencia, la equidad, la participación, la cohesión social, la colaboración, la pertenencia, sostenibilidad, asociación y trabajo en equipo, alianzas estratégicas, reducción de costos en transacciones, y mayor competitividad y pertenencia.

Son también manifestaciones de la presencia de capital social la conectividad, el tejido social, el desarrollo humano, y mediante la confianza, la transparencia y la ética, se genera empatía, pertenencia, valores compartidos, desarrollo económico, salud, democracia, Estado de Derecho y transaccionalidad. Como elemento de deterioro de la confianza está el familismo, que genera una doble moral, por su corto radio de confianza y la inequidad, que es una forma evidente de injusticia.

El “Capital Social” es como una especie de “paraguas” englobante que orienta el comportamiento social. El capital social es portador de una verdadera riqueza integral, no sólo económica, y se puede construir basándonos en los valores que generan la confianza. Podríamos decir que el destino de la humanidad está en formar este capital, debido a su naturaleza social, profunda e incluyente. A mayor capital social mayor desarrollo humano.

En USEM hemos logrado posicionar esta cuestión social y será motivo de nuestro próximo congreso nacional. También logramos colocar este asunto en UNIAPAC, organismo internacional al que pertenecemos. Y será motivo, entre otras cosas, del próximo encuentro de diálogo CELAM – UNIAPAC, y del Congreso Latinoamericano a celebrarse en octubre próximo, en República Dominicana. Ojalá que muchos de ustedes puedan acompañarnos en este encuentro de diálogo.

Pero también hemos iniciado el proceso de posicionamiento esta cuestión en algunos de los organismos empresariales de México, como COPARMEX y en el seno del Consejo Coordinador Empresarial. Queremos impulsar una mayor conciencia y compromiso para crear ese “Capital Social” que necesitamos en México.

Muchas gracias

Acerca de Confederación USEM, A.C.

Misión Unir, Orientar y Motivar a los dirigentes de empresa para que, a la luz del pensamiento social cristiano, se comprometan a su mejoramiento personal, a la transformación de su empresa y del medio empresarial y a contribuir en la construcción de una sociedad más justa, más fraterna y más humana”. Perfil de la empresa Sostenemos que toda organización económica y social debe partir del hombre ya que éste es el autor, el centro y fin de la vida económica y social, A su vez, la vida social debe ser un medio para que el hombre alcance su propia plenitud mediante la participación solidaria y subsidiaria en el bien común. Descripción Somos una Asociación de Dirigentes de Empresa que desde 1957 estamos convencidos de la necesidad de nuestro mejoramiento profesional y moral para promover los valores humanos en la empresa y en la sociedad.
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